Sin Titulo.

No se porque te recuerdo como una herida,

como una llaga,

aun sabiendo (por tu cariño),

que nunca hiciste nada para herirme o quemarme,

...no se porque...

Te añoro. Se que no vendrás a mi

porque también me añoras, y es tal,

que deseas mi regreso y mis sueños

para babearme de tu orgullo,

de la gloria antigua que te hace vivir,

de tu amor profundo y verdadero,

del regocijo alegre que sudan los que ganan la batalla:

el vivir.

Babearme con tus manos lisas,

de cartílago que pesan lo mismo que las de un bebe.

No quiero pensar en ti.

Se que me engañas, lo has dicho,

sabes que me duele, lo ignoraste.

Sabes, yo también se.

Pero eso no asegura que seguiré abrazándote

acostados en el sillón de tu sala,

No asegura tu desprendimiento del televisor para arrullarte,

ni el mío de la suavidad de tu vagina, para desconocerme.

No volveré. Esta rabia con la que te amo,

consumirá hasta el precario recuerdo de tu rostro

inmerso en la oscuridad de mi cama,

donde nos encontramos,

tú viniendo de beber el instinto de llenar

una soledad ajena a la tuya,

yo de la contrariedad de lo que necesito y tu no eres:

la mujer danzante.

Sigo sin saber porque, en este momento,

girando la cabeza de un lado a otro sobre la almohada,

inmerso en la oscuridad de mi cama,

al recordarte, al añorarte, al llamarte,

siento que me has de herir o quemar en el olvido,

porque estas con otro hombre al que le pides lo mismo…

Quieto e inerte, incluso en el pulsar de mis venas,

imagino que soy como una de esas maquinas

que arrojan boletos con un turno en espera.

Boletos impresos con códigos, números,

palabras como estas, papel como este,

que solo importan a quienes esperan su turno.

Para mi, sólo es un sentimiento, información, papel,

que exigen ser expulsados. Es el vomito, es el celo,

es la idea envenenada, una y otra vez, tragada por la negación.

Es la visera que se estruja en el estomago igual a dos placas de acero,

es el chillido de aquel roce entre los aceros,

es el odio por amarte puta,

eres tú puta,

puta que te amo,

puta que te añoro,

puta que te lloro,

puta, me encajo el coraje

con las uñas en la carne de mi pecho,

puta que te vendiste a mi con todo y tu vida,

a cambio de un pedazo de atención

que di con todo mi consuelo,

un pedazo que no merece tu amor ni tu entrega,

ni siquiera vivir en tu vida.

El amor

Un hipopótamo camina por el corredor de un parque. Lo lleva de la mano un hombre mediano que viste unas botas grandes, muy limpias. Ambos, traen en el rostro la frescura de los altisimos arboles, arcoiris de fuente, arbustos chicos y canteras viejas, quienes los envuelven escandalosamente al respirar el aire de primavera; mismo que incita al hombre a que acaricie las barbas rosas de la prenda que viste el hipopótamo con tal de expresar su amor a éste y al mismo tiempo le dice: Te llevare una serenata como la que un colombiano le llevó a su amada en tiempos en los que él la cortejaba y ella le daba indiferencia, será una melodia en piano sobre un carretón blanco, vestido yo con traje de etiqueta. Cuando inesperadamente el hipopótamo voltea, y más inesperadamente (con conciencia), fijamente se queda viendo a los ojos del hombre que son, por un pequeñisimo instante, traspasados por la luz opaca de la trade y responde: Necesitamos otro mundo en que vivir, este ya no es suficiente para comprender nuestro amor. El hombre deja de caminar y se ve invadido por el terror. Despues de unos segundos (más tranquilo e incluso me atrevo a decir que satisfecho) sigue caminando al comprender que cuando se ama, los seres humanos sobrevivimos por la aceptacion.

Neón


La ornamentación de los arboles que intenta expandir su libertad en contra de los mismos arboles. El farol erguido por un poste que mide casi siete metros y que en su parte más alta se agacha como si quisiera regresar al piso. El reflejo luminoso del letrero de la lavandería MRW encerrada en el fondo de la escuadra que forman los edificios de enfrente. El sonido de las llantas de un carro muy moderno, tan moderno que a la fibra de vidrio con la que esta hecho, siempre la escucho hablar de perfumería fina. Los contenedores de desechos reciclables que están al inicio de la calle, justo afuera de la entrada a la línea del metro que trae a esta zona tan desolada de la ciudad. La inquietud del eco producido por el tacón de madera de los zapatos de un trabajador apresurado por llegar a casa y descansar. La mirada intensa del chico del departamento de enfrente, que siempre sentado y con los brazos cruzados sobre el marco de su ventana, en los que recarga la cabeza y el aburrimiento, se limita a observarme, en lugar de a la luna en su menguante de verano a la izquierda de mi balcón y a los juegos pirotécnicos a la derecha, que celebran mudos y lejos de nosotros, la perfección de su pólvora quien guarda vida de colores explosivos, para oponerse a la tristeza que sólo ve la ornamentación de la copa de los arboles brillando falsamente como juegos pirotécnicos por el reflejo de la luz del farol que se yergue por el temor a las alturas de su lámpara, quien espera desplomarse hasta los contenedores de desechos reciclables y esperar quizá, sólo un día más en ser tomado por el trabajador a quien él iluminaba el estrecho camino que se forma entre los edificios y por los que la luna no deja de alumbrar, hasta ser usado en algún lugar del metro para dejar atrás la envidia que siente de noche, por el letrero de la lavandería MRW que con su luz artificial le restriega en el reflejo de los rostros pálidos que las vemos a esta hora, que su función se limita a decorar.

Sky y sus tres minutos permanentes.


Azul pastel, se ha ido hasta la parte más baja del cielo para tocar la apatía de la tierra, apenas con la punta de los dedos. Purpura, casi sosegadora, si no fuera por su abismal uniformidad (como el fondo de una alberca) desprende de su taciturno roce con azul pastel, un titiriteo de esporas similar a la disolución en agua de una pastilla efervescente, de donde nace Rosa, sin cursilería, quien sin más crece hasta convertirse en un bello y tierno Anaranjado Holandés listo para ponerse de fondo en cualquier ciudad con rascacielos y a la altura que estos pueden llegar, sobre el divertido collage, las nubes vacían sus panzas dejándose una silueta brillante, en las que aparece blanco, quien las conduce a difuminarse entre las líneas de humo acolchonado, hechas por unos jets que poco a poco van desapareciendo.

Apatía y Nostalgia


A Francisco Negrete

Si Tía Apa no hubiera confesado que con su revolver .32 se quería matar un día de estos, quizá a Tía Talgia los ojos no se le habrían convertido en algo así como un carrete descompuesto y viejo de cine, por ver intercaladas la profunda oscuridad de la vida y la realidad falsamente iluminada por la razón del hombre, en un parpadeo sí, un parpadeo no, y además Tía Apa no le habría llamado a Tía Talgia casi todas las madrugadas para decirle que está apunto de suicidarse. A lo que Tía Talgia siempre respondió con algún recital de sus reflexiones vistas, gracias a esta nueva condición en su anciana vida, las cuales parecen pasajes enteros sobre la cavidad que ocupa el ser humano en el tiempo y espacio, sacados de libros de filosofía clásica alemana, y que por lo general siempre van mezclados de alguna teoría de física cuántica, espiritualismo, analogías de obras de arte, o descubrimientos que ha hecho la NASA recientemente en el espacio. Mismos recitales a Tía Apa le parecían de lo más absurdo y estúpido, ya que a pesar de que los entiende perfectamente, seguía sin encontrar la razón pura de la vida que nadie conoce y que a nadie le importa pero que ella está empeñada en descubrir, pues afirmaba que como no la encontraba en la vida misma, tendría que estar del otro lado, es decir en la muerte. Pero la Tía Talgia al respecto le ha confesado su más reciente reflexión sobre aquel dilema. Fue una tarde en el teatro, se presentaba el 4.33 de John Cage misma que ninguna soportó tras el ensordecedor sonido de las almas que se escuchan en esa obra. Le confesó que a pesar de que ya había estudiado a todos los estudiosos de “el sentido puro de la vida”, y en los que ella estaba segura haber encontrado la respuesta, hoy por la mañana, en su visión intercalada, se manifestó en un fondo sin color y sin oscuridad, simplemente algo que ella denominaba: nada, sonorizada por una voz que le indicaba que lo que estaba viendo era la respuesta a tal cuestionamiento. A lo que Tía Apa intrigada reaccionó echando a correr del teatro, jalando a Tía Talgia del suéter y ya afuera, le obligó a repetir sus palabras una y otra vez hasta que encontraran el significado de esa visión. Así que estuvieron en el teatro casi hasta la media noche y después tuvieron que regresar en un taxi que les sacó un ojo de la cara a cada una y que ellas dieron sin ningún problema, pues habían encontrado ya la respuesta y sabían que sólo así satisfacerían el sentido de la vida. Mismo que explican como: el sinsentido de la vida es la cualidad más grande de ésta, y radica de la libertad, pues si tuviera un sentido, ésta sería nuestra condicionante eterna y nos veríamos obligados a crear una revolución con tal de quitárselo, es decir, dejarla sin sentido, así que el todo que nos conforma estaría en constante revolución y muy seguramente se hubiera erradicado en el instante mismo de su aparecer, de ahí que la vida será siempre eterna y nosotros tendremos la libertad de darle el sentido que nosotros queramos en nuestro tiempo de vida, por lo tanto, hay que vivirla y no acortarla como aquella impertinente idea de darle un sentido para auto limitarnos.

Entonces, bajo esta reflexión, Tía Apa echó a llorar al darse cuenta de que había desperdiciado su tiempo vital en querer matarse y ahora que le quedaban seguramente muy pocos años de vida, tendría que vivir muy rápido y quizá no lograría hacer todo lo que tenía en mente esa noche. Así que al escuchar esto, Tía Talgia pagó el taxi con un ojo de la cara sin importarle, sólo para deshacerse del síndrome del carrete descompuesto, y pensó que como ella estaba en la misma condición que la Tía Apa, le propuso, y después prometieron, que irían a conciertos de Rock, a navegar la costa de África, al abierto de tenis Rolan Garros y muchas cosas más. Pero pronto descubrieron que ya no tenían energía para realizar todo eso, así que decidieron entonces, dar todo lo que el mundo les pidiera desde ese momento, y si no, de cualquier modo tenían el consuelo que recitó la Tía Talgia: vivimos solas pero moriremos juntas.

Quédate mil noches mas


El invierno presume oscuridad

que brilla tras estrellas

de guiño pardo y hedor a sol triste.

El otoño envía sus lunas

y se fermenta entre mis sabanas y cuerpo

sobre el brillo que acurruca tu espalda

con el candor de tu aliento .

Yo observo y me doy tiempo para eso,

entonces, oscuro a tus espaldas,

dejo de respirar, no para morir

sino para la ligereza de mi alma

entre tus manos .... entiendo,

no pesare en tu vida

más de lo que pesa una noche sin ti,

mas de lo que pesa jalar mis venas

como un estambre enredado.

El momento de rabia se me permite,

una creación mutilatoria

del lucero que busco en tus ojos

cada noche, cada invierno:

el latir del último respiro

Sin Titulo.

Mi pielecita de nieve

no se como decirte que regreses,

pero si algún día me esperas

hazlo igual que yo:

mete tu mano por la tráquea

hasta llegar al corazón

y apriétalo muy fuerte

para obstruir lo que pueda

correr en el.

Sólo así sabrás del dolor gigante,

que al explotar tu corazón,

sofocará los alrededores

de tu ser.

También sumerge los pies en tierra húmeda

de aquel país lejano como tú.

Siente las caricias que dan

los gusanos con su lengua,

veras que arrullan el cansancio

de amar a alguien.

Y cuando los nervios

vayan muriendo

hasta desmoronarse,

no dejes que en polvo

te lleve la borrasca,

pues si llego, no te encontrare

y en el sereno abrasivo,

creyendo que te busco

sobre campos de hielo,

te traere de vuelta

aunque sea un ratito,

respirándote en recuerdos…