El invierno presume oscuridad
que brilla tras estrellas
de guiño pardo y hedor a sol triste.
El otoño envía sus lunas
y se fermenta entre mis sabanas y cuerpo
sobre el brillo que acurruca tu espalda
con el candor de tu aliento .
Yo observo y me doy tiempo para eso,
entonces, oscuro a tus espaldas,
dejo de respirar, no para morir
sino para la ligereza de mi alma
entre tus manos .... entiendo,
no pesare en tu vida
más de lo que pesa una noche sin ti,
mas de lo que pesa jalar mis venas
como un estambre enredado.
El momento de rabia se me permite,
una creación mutilatoria
del lucero que busco en tus ojos
cada noche, cada invierno:
el latir del último respiro